Alexis disipa las brumas
Un gol del delantero chileno encarrila la victoria del Barça después de que un Betis ambicioso y alegre igualara el 2-0 inicial de
Ahora ya pueden ir a Madrid. Con tranquilidad, con alegría y con fe. Con la moral intacta y el cielo despejado, a caballo de otro triunfo que mantiene la velocidad de crucero en el Camp Nou y el alivio de poder viajar al Bernabéu gracias a Alexis, que disipó las brumas que se abatían sobre el estadio y borró algún síntoma de debilidad azulgrana. El delantero chileno tuvo la lucidez de abortar el conato de empate que se estaba trabajando el Betis tras igualar un 2-0 adverso.
BARCELONA 4 BETIS 2
El Barça reaccionó ayer como ha reaccionado Alexis, que respondió a las necesidades del equipo. Fichaje de peso, como lo ha sido el de Cesc, dio un paso al frente tras las lesiones de Villa y Pedro, y anotó su quinto gol en los últimos cinco partidos de Liga. Le acompañó la estrella, como casi siempre. Tras exhibir y levantar el Balón de Oro, Leo Messi sumó dos goles gracias a un penalti -por fin- que le concedieron al Barça. Los tres han sido en el estadio. Para algunos, la ceguera arbitral en el área del adversario fuera de casa es una de las razones que explican la distancia respecto al Madrid. Hay más. También influye la menor ferocidad del juego azulgrana.
TIEMPO PARA REACCIONAR / El Barça, en realidad, ayer no jugó hasta que vio de cerca el peligro. Más o menos como sucedió en el derbi. En Cornellà solo dispuso de seis minutos para recuperar el triunfo; ayer, 40 largos. Tiempo más que suficiente para reparar el desaguisado que provocó el cuadro verdiblanco. También entonces reaccionó la hinchada, que tiritaba de frío y de miedo. Más que lanzarse a un ataque desaforado, el equipo se puso a jugar con la intensidad que había reprimido. Movió el balón con más rapidez y, aunque parezca un contrasentido, jugó con más paciencia para mover al Betis, muy bien anclado atrás. Tan sólido en sus ideas como en su fortaleza anímica.
Protagonista doliente de uno de los festivales locales del año pasado (perdió 5-0 en la Copa sin merecerlo), aprendió de aquella lección sin renunciar a su idea futbolística. La mantuvo de regreso al estadio desde el primer minuto y desde el 11, cuando había encajado dos goles y el marcador amenazaba otra desgracia. Creyendo que el fútbol no podía castigarle con tanta crueldad, jugó sin mirar nunca al marcador. A la que se vio acariciando la recompensa cuando restableció el empate gracias al gol de Santa Cruz, miró hacia arriba y ya no quiso saber nada del balón. Ese fue su gran error. El pecado que le condenó a la derrota.
MANIOBRAS DESDE LA BANDA / Tal vez el equipo obedeciera a las señales del entrenador, que retiró a un centrocampista en el descanso (el laborioso Iriney) por un delantero (Santa Cruz) y luego cargó la defensa después de que expulsaran a Mario. Si el Barça anduvo en cierto modo a remolque del Betis, también lo hizo Guardiola en función de lo que decidió Mel. Empezó con una defensa de tres, volvió a la de cuatro cuando metió a Alves por Cuenca, y recuperó la primera con la superioridad numérica. Tito Vilanova salió varias veces del banquillo para hablar con el jefe en busca de soluciones.
La solución no era otra que el Barça cogiera el hilo por sí mismo, ignorando los fantasmas que se abatían sobre el estadio, árbitro incluido, que amonestó a Iniesta después de sufrir un penalti clarísimo ante sus narices.
ENTRE XAVI Y MESSI / El equipo atendió al juego, trianguló y combinó. Xavi (400 partidos a sus espaldas) enseñó los galones y cogió las riendas, secundado por un Messi que tampoco quería que le chafaran el homenaje. El alegre y ambicioso Betis era ya un equipo cansado que dejó de mirar a Valdés y se encadenó en el área. La inmensidad del césped y el martillo que es el Barça cuando está
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